A la cantina, con amor

Alejandro Ortiz | Milenio | 2004

Entregados de lleno al proyecto que surgió a la par de una investigación literaria y bibliográfica del escritor Miguel Flores.

Cerca de 40 piezas trabajadas al alimón en diversas técnicas (xilografía, serigrafía, monotipo, encáustica, óleo, acrílico), forman la muestra Al alimón cantinero, de los pintores Emiliano Gironella y Demián Flores, que se inauguró este jueves 2 de diciembre en la galería O-Itatti, en Masaryk 49. La muestra es producto de un año de trabajo a cuatro manos y de un recorrido exhaustivo por distintas cantinas de la Ciudad de México, Madrid y otros puntos del planeta en que los pintores han estado en los últimos meses.

Entregados de lleno al proyecto que surgió a la par de una investigación literaria y bibliográfica del escritor Miguel Flores, los pintores sumaron al curador Antonio Calera para que fuera éste quien destinara un ojo crítico al proceso y al mismo tiempo para que fuera él, de lleno también en la investigación etílica, quien escribiera a propósito de esta tenaz y ardua labor. El producto es una “familia abundante de piezas” —a decir del curador— que nos deja un excelente sabor de boca, no sólo por el tema que aborda, tan cercano a millones de mexicanos y de personas en todo el mundo, sino por la calidad que se ha logrado en las piezas mismas, que al ser sometidas a un escrutinio individual se sostienen sin problemas aun fuera del contexto para el que fueron creadas.

Decenas de textos, salvados del olvido
Así, es de destacar también que como resultado de un proyecto de Mantarraya Ediciones (del propio Calera, Demián Flores y el poeta Luis Felipe Fabre), se editó paralelamente a esta exposición el libro-catálogo Al alimón cantinero, preparado por el escritor Miguel Flores, quien se dedicó durante un año a recopilar textos referentes a cantinas. La labor, como él mismo lo ha señalado, fue más que ardua, en vista de que existen infinidad de textos dedicados al alcohol y al acto mismo de beber, pero no a las cantinas propiamente. Así, el libro es doblemente significativo, pues se constituye como un juego más entre los artistas, el escritor y el curador, y al mismo tiempo como una herramienta de referencia bibliográfica, amén de ser el catálogo –editado por Origina– de esta muestra de Emiliano Gironella y Demián Flores.

La cantina como epicentro cultural de México, la ha llamado Antonio Calera en alusión directa al trabajo y a la investigación de Miguel Flores. Y no es para menos, si pensamos en cómo ha influido la existencia de la cantina en la vida y en la obra de una comunidad cultural caracterizada por el gusto y la afición por el alcohol y la sobremesa. La cantina como espacio de reflexión, como plaza abierta a la comunión de las ideas. Al menos así lo ve Antonio Calera-Grobet, quien escribió el texto para este catálogo y quien formó parte del proceso de trabajo entre los dos pintores, amigo de ambos y competidor exigente en materia de ingestión etílica.

Crónica de un proceso intensivo
“Los primeros días –escribe Calera– se dedicaron a la matriz xilográfica, esa técnica que distingue y representa el trabajo de Gironella Parra. Intercambiando la autoría del primer plano –de los escenarios y personajes secundarios–, uno y otro dibujaban con carboncillo las escenas sobre la tabla, para luego herir la carne de su soporte, mellar con las gubias los tajos finos de su narración.”

Para Calera, el trabajo de ambos artistas se complementa con gran facilidad, pues utilizan técnicas distintas y tienen visiones opuestas en muchos sentidos, lo que permitió que las piezas se construyeran prácticamente como rompecabezas, exigiendo la intervención de cada uno en su momento y sin choques o interferencias: “El segundo tiempo correspondió al trabajo serigráfico.”

En este momento, lo que había tenido un tono más grave —tal vez por los sentidos que arroja la técnica, quizá por el entrenamiento previo— quedó atrás: más ligeras, las escenas de este periodo se cargaron de desenfado, adquirieron un tono de complicidad cínica.

Ambos tiempos —podría hablarse de un tercero abierto al lienzo— significaron un proceso de asimilación de la otredad, lúdica y productiva, una manera de filtración a un hábitat desconocido para lograr un tercero: en muchas ocasiones bebidos, se abrió un lugar para el automatismo más radical, se perfilaron las obras futuras.

Esa fue la mejor forma de vivir el juego: Gironella y Flores, junto con los pares de espíritu que visitaron el taller, validaron la departición como zona de ejercicio: todas aquellas correrías, ocurrencias, ideas de placer, dieron vida a estas imágenes. En ese sentido, este compendio también es una libreta de apuntes, una agenda tachada, un diario publicado”.

Algo sobre los artistas
Emiliano Gironella nace en la Ciudad de México en 1972 y realiza sus estudios en el Interlochen Arts Academy entre los años 1990 y 92, en las especialidades de fotografía, grabado y escultura. Entre sus exposiciones más destacadas podemos nombrar Un mundo raro en 1999; Y Sigo siendo el rey homenaje a José Alfredo Jiménez en el 2000 y, por último, A San Fermín venimos, obra gráfica sobre esta fiesta en 2000.

Demián Flores es oriundo de Juchitán, Oaxaca, donde nace en 1971. Es licenciado en Artes Visuales por la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM; entre sus más recientes exposiciones individuales, podemos mencionar Monte Albán en Casa Lamm; Cambio de piel; Arena México en el Museo de la Ciudad de México; Playbol presentada en Casa Lamm y Novena en el estadio de Beisbol de Los Guerreros de Oaxaca; así como Lulú, la más reciente muestra exhibida en Alemania, además de la inauguración hace un par de meses de Arena México en Londres.